Rocky es un guacamayo adulto que vino al hospital tras un accidente en uno de sus vuelos habituales de reconocimiento de su casa, al atravesar el pasillo y dando un giro en el comedor se topó con una silla que no estaba en su programa de vuelo, la velocidad y la falta de atención le jugaron una mala pasada y terminó en urgencias veterinarias.
Le realizamos una primera exploración, procediendo seguidamente a un estudio radiográfico en el que observamos una fractura de húmero (hueso principal del ala).
Si no operábamos y reducíamos esa fractura, el guacamayo no podría volver a volar nunca más, pero nos encontrábamos con un riesgo importante que no podíamos obviar, la anestesia de larga duración, además de valorar si la técnica que habíamos decidido aplicar era la más idónea.
La intervención quirúrgica con anestesia monitorizada duró 3 horas, conseguimos poner unos fijadores externos y un clavo intramedular que estabilizaba completamente la fractura. Únicamente estuvo un día hospitalizado (los de las fuerzas aéreas son de otra pasta…) y volvió a casa para un post operatorio complicado para un acróbata del aire que no podía volar.